El Bobo Segundo se caracterizó por leer el periódico al revés y pegado al rostro mientras balbuceaba; acto que realizaba todos los días a las doce meridiano y sobre las cinco de la tarde, sentado en el caparazón de un carro viejo, lleno de latas, donde vivía.
Los estudiantes que transitaban por este sector, pertenecientes al Colegio Francisco José de Caldas y a la Escuela Marco Fidel Suárez, buscaban ofenderlo con una simple frotada de una mano sobre el brazo, simulando afilar una peinilla y luego pasando la mano por el cuello simulando corte de franela; esto enervaba al Bobo Segundo, por lo que cogía piedras y las lanzaba contra los estudiantes.